A lo que
se refiere el autor en la carta es a la típica controversia que genera su libro, referente a la ausencia de final. En el libro, Stuart Little está
buscando a su amigo el pajarito Margalo, y en el último capítulo del libro le
sugieren que se dirija al norte, comentan las ventajas de ir en dirección
norte, y el libro termina con Stuart encaminándose en dicha dirección. Se suele
criticar este final inacabado, y muchos esperaban una secuela, pero como razona una lectora, en realidad es un final
perfecto.
Lo que
dice E.B. White en esta breve carta a una niña lectora es toda una lección de
sabiduría para vivir la vida plenamente:
·
el viaje
es más importante que el destino
·
la vida
no es tan concluyente como querríamos
·
la clave
está en caminar en la dirección adecuada
Estamos demasiado
acostumbrados desde niños a que las historias tengan un desenlace (y
generalmente feliz), y que no queden cabos sueltos. Y luego resulta que la vida no es así. Vamos
dejando cabos sueltos continuamente, y la meta que nos trazamos hoy
posiblemente deje de resultarnos de interés dentro de unos años. Nos marcaremos
otros objetivos. Nunca nos daremos por plenamente satisfechos. Pero estamos tan
obsesionados a veces en conseguir llegar a esos destinos, que no siempre
sabemos disfrutar del viaje todo lo que deberíamos. Es como si pensáramos que
en un momento dado vamos a llegar a un final de etapa como en una maratón, con
una cinta que cortar, a la vuelta de una curva y luego resulta que la meta
nunca está donde habíamos pensado, sino más allá. De esa manera, vamos
convenciéndonos de que ya disfrutaremos cuando lleguemos al final del camino,
pero como siempre hay nuevos objetivos que marcarnos, no llegamos nunca a estar
satisfechos con lo logrado.
Y lo
malo, desde el punto de vista de los padres, es que con los niños a veces
hacemos esto: nos concentramos en educarles para ser adultos exitosos y de
provecho, pero sacrificamos el disfrute del día a día; tanto el propio (gozar
de nuestros hijos) como el de los niños (que no todo sea colegio, tareas,
exámenes, actividades, etc.).
Así que,
cerrando el tema de hablar de cambiar de
enfoque vital y aprender a aprovechar la vida al máximo, y de recuperar nuestro
yo infantil y no obligar a los niños a volverse adultos en el aspecto triste de
olvidarnos de jugar, sirva este pedazo de sabiduría que regaló E.B. White a Gwen para recordarnos que lo importante es el camino, no tanto la
meta, y que hay que disfrutar de cada día como si fuera el último, aunque no
por ello deja de ser importante tener el norte bien marcado.
…
07/10/2013 · por Daniel Cuñado · en Educación e infancia, Salud y vida
Nota: Siempre que se critica lo de los cabos
sueltos, me acuerdo de Chris Claremont y su etapa mítica en X-Men (La
Patrulla-X para los de mi generación). Se le echaba mucho en cara al gran
guionista que iba dejando montones de cabos sueltos por todas partes y para
cuando se le ocurría alguna nueva línea argumental, se le había olvidado cerrar
tres o cuatro asuntos abiertos. Pero luego terminabas dándote cuenta de que esa
era parte de la magia de sus historias. Que siempre tenías la duda de si en
algún momento iba a enlazar con algún hilo suelto.
Años
después, cuando vi la serie Lost (Perdidos), me encontré disfrutando con una
dinámica muy parecida. Se criticará muchísimo a esa serie por sus cabos sueltos
y sus incongruencias y contradicciones argumentales, pero a mí me daba igual.
Me parecía un disfrute tan fascinante como el de la Patrulla-X de Claremont y
francamente, siempre perdoné a J.J. Abrams sus licencias argumentales. Y que
vivan los cabos sueltos. Siempre te permiten inventarte tus propios finales a
las historias inacabadas.
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